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martes, 11 de junio de 2019

LA DESOBEDIENCIA






     


Esta pequeña obrita la escribí en el año 2007 para ser representada en guiñol para niños. Por razones que ya no recuerdo se canceló el acto, y no volvió a ponerse en escena. Pero como le tengo un especial cariño, la comparto aquí:




LA DESOBEDIENCIA

Pequeño drama para guiñol.
(Personajes: Abuelo, Mamá, Niña y Niño) 

(Un niño y una niña están en escena discutiendo acaloradamente)


Niño.-  Fue culpa tuya.
Niña.-  No. ¡Fue tuya!
Niño.- ¡Tuya!
Niña.-  ¡Tuyaaaa!
(Entra a la escena el abuelo)


Abuelo.- ¿Pero que pasa aquí?
Los dos Niños.- ¡Estamos castigados!
Niña.-  Por tu culpa.
Niño.-  Por la tuya.
Niña.-  Tuya
Niño.-  Tuya
Abuelo.- ¡Alto! Un momento, ¿la culpa de qué…?
(Entra a la escena la mamá)

Mamá.- Yo te lo diré. Estos señoritos me rompieron el jarrón de cristal que tenía en el salón.
Abuelo.- ¿Aquel que te regaló tu mamá en tu boda?
Mamá.- Aquel mismo. Y ya sabes el cariño que le tenía, además de lo caro que era.
Abuelo.- ¡Pero Niños…!
Niña.-  Fue culpa suya.
Niño.-  No. Fue suya.
Abuelo.- ¡Silencioooo! A ver si me entero.
Mamá.- Pues verás… ¿Recuerdas que querían que les regalase un balón?
Abuelo.- Claro, con lo pesados que estaban con el dichoso balón…
Mamá.- Pues como este mes tenía algo de dinero ahorrado, fui y les compré uno bueno de verdad. Pero les dije que tenían que jugar en cualquier lado del patio, pero nunca dentro de la casa…
Niña.-  (Interrumpiendo y señalando a su hermano) ¡Fue culpa suya! 
Niño.- ¡Fue tuya!
Niña.-  ¡Tuyaaaaa!
Mamá.- …Así que me desobedecieron….
Niña.-  ¡Fue él!
Niño.-  Mentira, fuiste tú…
Mamá.- … y se pusieron a jugar en el salón, y ya sabes el resultado. Ahora están castigados y además no tendrán paga hasta que junten el dinero que vale otro jarrón igual.
Niña.-  Si, pues con lo que cobramos… será toda la vida. Ahora si que somos muy pobres.
Niño.-  Los más pobres del mundo.
Niña.-  Ya, pero por tu culpa.
Niño.-  Por la tuya.
(Se va la mamá de la escena)

Abuelo.- ¿Cómo es que habéis sido tan desobedientes? Vaya disgusto que tiene mamá, y que desastre habéis hecho. Mamá ahora está muy enfadada y con razón.
Niño.-  Yo lo siento mucho abuelo.
Niña.-  Es normal, como fue culpa tuya…
Niño.-  ¡Y tuya también!
Abuelo.- No empecéis otra vez.
Niña.-  ¿Y qué podemos hacer para que a mamá se le pase el enfado?
Abuelo.- Pues pedirle perdón, comprarle otro jarrón y luego ser obedientes y cuidadosos en el futuro.
Niño.-  Ya, pero no tenemos dinero.
Niña.-  Bueno, yo sí.
Niño.-  ¿Tienes dinero?
Niña.-  Si. Tengo un euro guardado.
Niño.-  ¡Eso no llega para nada!
Niña.-  Pues por lo menos tengo más que tú.
Abuelo.- Hum… estaba pensando… que… llevo mucho tiempo ahorrando para comprarme un traje nuevo y unos zapatos, pero creo que podría seguir sin traje y daros a vosotros ese dinero para que le compréis un jarrón nuevo a mamá.
Niña.-  Pero abuelo, te quedarás sin traje y sin zapatos…
Abuelo.- No importa. Prefiero veros a mamá y a vosotros felices que vestirme de estrena.
Niño.-  Abuelo, tú nos quieres mucho, ¿verdad?
Abuelo.- Muchísimo.
Niña.-  ¿Y por vernos contentos a nosotros vas a perder todos tus ahorros?
Niño.-  Es que este abuelo es el abuelo más bueno del mundo, para que lo sepas…
Niña.-  Ya lo sé, listo.
Abuelo.- Veréis niños. Solo hay uno bueno de verdad, que es Dios, nuestro Padre celestial, y os contaré por qué.
Niño.-  Cuéntanoslo abuelo.
Niña.-  Eso, cuéntanoslo.
Abuelo.- Veréis. Todos los hombres también somos desobedientes y hacemos muchas cosas malas, así que vamos a ser justamente castigados. Pero como Dios es muy bueno, y nos quiere tanto, ha entregado, no sus ahorros, como voy a hacer yo, sino a su único Hijo, Jesucristo, para pagar el daño de nuestros pecados recibiendo él nuestro castigo. Así, todos los hombres que se arrepienten de ser desobedientes y de ser malos, pueden ser perdonados.
Niña.-  Si que es bueno abuelo. Porque el dinero se puede volver a tener, pero castigar por nosotros a un Hijo que es bueno y nunca hizo cosas malas, eso sí que es algo muy grande.
Abuelo.- Grande no, ¡grandísimo! Pero además su Hijo es tan bueno también que él mismo estuvo de acuerdo y se ofreció voluntario para pagar el daño que los hombres hemos causado.
Niña.-  Abuelo… ¿También fue entregado por nuestra desobediencia al jugar al balón y romper el jarrón?
Abuelo.- También. Fue entregado por todas las cosas malas que hacemos los hombres.
Niño.-  ¡Caramba! ¿Y cómo nos ha querido tanto si no nos conoce?
Abuelo.- Claro que os conoce. Nos conoce a todos y sabe todo lo que hacemos.
Niño.-  ¿Sabe que le rompimos el jarrón a mamá?
Abuelo.- Si.
Niña.-  Entonces también nos tiene que perdonar él…
Abuelo.- Claro, porque todas las cosas malas que hacemos no solo ofenden y hacen daño a las otras personas que nos rodean, sino también a Dios, porque Dios sufre cuando cualquier persona hace cosas malas. Ahora veréis lo que vamos a hacer. Vamos a pedirle perdón a mamá y a comprarle otro jarrón nuevo. Y también vamos a pedirle perdón a Dios por haber sido desobedientes.
Niña.-  ¿Y a Dios que le podremos comprar para que esté contento?
Abuelo.- El único regalo que podemos hacerle a Dios para que esté feliz con nosotros es creer en lo que él dice, obedecerle y darle las gracias por su hijo Jesucristo que pagó el castigo que merecíamos nosotros por nuestras malas obras.
Los dos Niños.- Pues vamos a hacerlo.
Niña.-  Un besito abuelo.
Niño.-  Eso, un besito.
Niña.-  ¡Aparta que estoy yo primero!
Niño.-  Primero yo.
Abuelo.- Tranquilos, que tengo besos para los dos.

                                                                                   FIN

(Pablo Blanco – Toledo 2007)

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