Esta pequeña obrita la escribí en el año 2007 para ser representada en guiñol para niños. Por razones que ya no recuerdo se canceló el acto, y no volvió a ponerse en escena. Pero como le tengo un especial cariño, la comparto aquí:
LA DESOBEDIENCIA
Pequeño drama para guiñol.
(Personajes: Abuelo, Mamá, Niña y Niño)
(Personajes: Abuelo, Mamá, Niña y Niño)
(Un niño y una niña están en escena discutiendo acaloradamente)
Niño.- Fue culpa tuya.
Niña.- No. ¡Fue tuya!
Niño.- ¡Tuya!
Niña.- ¡Tuyaaaa!
(Entra a la escena el abuelo)
Abuelo.- ¿Pero que pasa aquí?
Los dos Niños.- ¡Estamos castigados!
Niña.- Por tu culpa.
Niño.- Por la tuya.
Niña.- Tuya
Niño.- Tuya
Abuelo.- ¡Alto! Un momento, ¿la culpa de qué…?
(Entra a la escena la mamá)
Mamá.- Yo te lo diré. Estos señoritos me rompieron el jarrón de cristal que tenía en el salón.
Abuelo.- ¿Aquel que te regaló tu mamá en tu boda?
Mamá.- Aquel mismo. Y ya sabes el cariño que le tenía, además de lo caro que era.
Abuelo.- ¡Pero Niños…!
Niña.- Fue culpa suya.
Niño.- No. Fue suya.
Abuelo.- ¡Silencioooo! A ver si me entero.
Mamá.- Pues verás… ¿Recuerdas que querían que les regalase un balón?
Abuelo.- Claro, con lo pesados que estaban con el dichoso balón…
Mamá.- Pues como este mes tenía algo de dinero ahorrado, fui y les compré uno bueno de verdad. Pero les dije que tenían que jugar en cualquier lado del patio, pero nunca dentro de la casa…
Niña.- (Interrumpiendo y señalando a su hermano) ¡Fue culpa suya!
Niño.- ¡Fue tuya!
Niña.- ¡Tuyaaaaa!
Mamá.- …Así que me desobedecieron….
Niña.- ¡Fue él!
Niño.- Mentira, fuiste tú…
Mamá.- … y se pusieron a jugar en el salón, y ya sabes el resultado. Ahora están castigados y además no tendrán paga hasta que junten el dinero que vale otro jarrón igual.
Niña.- Si, pues con lo que cobramos… será toda la vida. Ahora si que somos muy pobres.
Niño.- Los más pobres del mundo.
Niña.- Ya, pero por tu culpa.
Niño.- Por la tuya.
(Se va la mamá de la escena)
Abuelo.- ¿Cómo es que habéis sido tan desobedientes? Vaya disgusto que tiene mamá, y que desastre habéis hecho. Mamá ahora está muy enfadada y con razón.
Niño.- Yo lo siento mucho abuelo.
Niña.- Es normal, como fue culpa tuya…
Niño.- ¡Y tuya también!
Abuelo.- No empecéis otra vez.
Niña.- ¿Y qué podemos hacer para que a mamá se le pase el enfado?
Abuelo.- Pues pedirle perdón, comprarle otro jarrón y luego ser obedientes y cuidadosos en el futuro.
Niño.- Ya, pero no tenemos dinero.
Niña.- Bueno, yo sí.
Niño.- ¿Tienes dinero?
Niña.- Si. Tengo un euro guardado.
Niño.- ¡Eso no llega para nada!
Niña.- Pues por lo menos tengo más que tú.
Abuelo.- Hum… estaba pensando… que… llevo mucho tiempo ahorrando para comprarme un traje nuevo y unos zapatos, pero creo que podría seguir sin traje y daros a vosotros ese dinero para que le compréis un jarrón nuevo a mamá.
Niña.- Pero abuelo, te quedarás sin traje y sin zapatos…
Abuelo.- No importa. Prefiero veros a mamá y a vosotros felices que vestirme de estrena.
Niño.- Abuelo, tú nos quieres mucho, ¿verdad?
Abuelo.- Muchísimo.
Niña.- ¿Y por vernos contentos a nosotros vas a perder todos tus ahorros?
Niño.- Es que este abuelo es el abuelo más bueno del mundo, para que lo sepas…
Niña.- Ya lo sé, listo.
Abuelo.- Veréis niños. Solo hay uno bueno de verdad, que es Dios, nuestro Padre celestial, y os contaré por qué.
Niño.- Cuéntanoslo abuelo.
Niña.- Eso, cuéntanoslo.
Abuelo.- Veréis. Todos los hombres también somos desobedientes y hacemos muchas cosas malas, así que vamos a ser justamente castigados. Pero como Dios es muy bueno, y nos quiere tanto, ha entregado, no sus ahorros, como voy a hacer yo, sino a su único Hijo, Jesucristo, para pagar el daño de nuestros pecados recibiendo él nuestro castigo. Así, todos los hombres que se arrepienten de ser desobedientes y de ser malos, pueden ser perdonados.
Niña.- Si que es bueno abuelo. Porque el dinero se puede volver a tener, pero castigar por nosotros a un Hijo que es bueno y nunca hizo cosas malas, eso sí que es algo muy grande.
Abuelo.- Grande no, ¡grandísimo! Pero además su Hijo es tan bueno también que él mismo estuvo de acuerdo y se ofreció voluntario para pagar el daño que los hombres hemos causado.
Niña.- Abuelo… ¿También fue entregado por nuestra desobediencia al jugar al balón y romper el jarrón?
Abuelo.- También. Fue entregado por todas las cosas malas que hacemos los hombres.
Niño.- ¡Caramba! ¿Y cómo nos ha querido tanto si no nos conoce?
Abuelo.- Claro que os conoce. Nos conoce a todos y sabe todo lo que hacemos.
Niño.- ¿Sabe que le rompimos el jarrón a mamá?
Abuelo.- Si.
Niña.- Entonces también nos tiene que perdonar él…
Abuelo.- Claro, porque todas las cosas malas que hacemos no solo ofenden y hacen daño a las otras personas que nos rodean, sino también a Dios, porque Dios sufre cuando cualquier persona hace cosas malas. Ahora veréis lo que vamos a hacer. Vamos a pedirle perdón a mamá y a comprarle otro jarrón nuevo. Y también vamos a pedirle perdón a Dios por haber sido desobedientes.
Niña.- ¿Y a Dios que le podremos comprar para que esté contento?
Abuelo.- El único regalo que podemos hacerle a Dios para que esté feliz con nosotros es creer en lo que él dice, obedecerle y darle las gracias por su hijo Jesucristo que pagó el castigo que merecíamos nosotros por nuestras malas obras.
Los dos Niños.- Pues vamos a hacerlo.
Niña.- Un besito abuelo.
Niño.- Eso, un besito.
Niña.- ¡Aparta que estoy yo primero!
Niño.- Primero yo.
Abuelo.- Tranquilos, que tengo besos para los dos.
FIN
(Pablo Blanco – Toledo 2007)
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