Al desarrollar el estudio a la epístola de San Pablo a los Filipenses, del que ya hablé en otra entrada del blog, del mes de mayo, era necesario referirse a alguno de los problemas que padeció el apóstol en su trabajo al encontrarse en algunas ocasiones cuestionado en su autoridad como apóstol. Un tema al que el propio San Pablo no dudó en referirse más o menos abiertamente en diversas epístolas.
Uno de los aspectos que más me llamó la atención para enfocarlo como lo hago, fue el hecho de que durante los cuarenta días que precedieron a la ascensión de Jesús, ya producida la muerte de Judas, estuvo con sus discípulos en muchas ocasiones, y entre ellos se encontraban tanto Barsabás como Matías, como reconoce Pedro en Hch. 1:21-22, pero Jesús, habiendo tenido ocasión de hacerlo, no llamó a ninguno de ellos al apostolado, ni consta que diera instrucciones para que tal cosa se hiciera después de su partida. Siendo la llamada personal por parte de Jesús una de las características que habían reunido los doce, el sustituto de Judas careció de ella.
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El apóstol número doce, por Pablo Blanco
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